En muchas ocasiones las creencias se dan la mano con la pasión y la literatura. Trasciende las palabras de un orador  a lo más íntimo, al sentimiento más puro, a la soledad más honda. Así fue que el pasado sábado Juan Bernal Herrera realizó una emotiva exaltación a su virgen de la Soledad. 

La noche acompañaba. Tanto el Consejo Local de Hermandades y Cofradías como el grupo joven de la Hermandad de la Soledad y Santo Entierro habían realizado sendas campañas de recogidas de alimentos para Cáritas. 

Mientras, en su altar, aunque preparado para la ocasión, la titular de la hermandad de luto posaba a los pies de su cruz, con elegancia, sobriedad y mucho gusto. Está claro que las hermandades y cofradías han evolucionado en muchos sentido y éste es uno de ellos. 

Y llegaría el momento cúlmen de la noche. El hermano mayor, Antonio Marín, expresaba unas sentidas palabras de cariño y amistad para con el pregonero. Bernal, próximo pregonero de la Semana Santa barabteña, desparramó un río de emociones, vivencias y riqueza literaria para honrar a su Madre. La Soledad, jamás sola, recibía con temple las palabras del cofrade, cuando la luz se vistió de luto y solamente las velas sirvieron de faro para la lectura. 

Palabras de amor, que tuvieron como recompensa, no solo un caluroso aplauso, sino el escuchar cómo la emoción de los presentes se oían por las columna de San José.

Noche que será difícil de olvidar cuando Juan Benal -emulando las palabras de aquél que le diera la vida- realizó "una gran exaltación para la gran Madre del cielo".