“Quien olvida su historia está condenado a repetirla”, así se expresaba uno de los más importantes retóricos y estilistas de la prosa en latín,  Marco Tulio Cicerón , jurista, escritor, filósofo y político de la República romana. Y precisamente, de una república a otra, la segunda española, así también se iniciaba un escrito que, después de tantos años de intentos frustrados, se convertiría en la triunfadora del reconocimiento póstumo, pero de obligado cumplimiento, a la figura de uno de los alcaldes más destacados de Barbate. Así, el Pleno municipal reconocía la necesidad de homenajear con una plaza -su plaza- tras la propuesta del Partido Andalucista, para con Francisco Tato Anglada.

Don Francisco, como le conocían los aldeanos, en meses de mandato encauzó una vereda hacia la independencia de Vejer y denunció las injusticias que se estaban cometiendo en la zona. Militar y farmacéutico, regentó dos farmacias en el pueblo, una en la calle Juan Prim, número 2 (frente a la plaza Carlos Cano, en la calle Niño de Barbate) y otra, posteriormente, en la plaza de Eduardo Shelly, lugar donde se homenajeará su nombre.  

Tato era natural de Salamanca, sin embargo, llegó a la aldea barbateña y se topó con una oscura realidad, que tenía mucho que ver con los negocios internos de muchos de los “señoritos” de la zona. Denunció fraudes en el Matadero, “trapicheos” entre el doctor Patricio Castro y la Farmacia de Guerra, los cobros indebidos de la encargada de las pompas fúnebres… y un largo etcétera, así como el reclamo al Ayuntamiento de Vejer de demandas para el pueblo.

Como la necesidad de una Casa de Socorro, el estado de abandono del Cementerio, la rotulación y numeración de calles, el alcantarillado (inexistente hasta entonces), mejoras en la cárcel, iluminaria de las calles, la plaza de veterinario, municipalización del servicio de pompas fúnebres, recogida de basuras, así como los proyectos del puerto de la Albufera y la idea de segregación. En sólo cinco meses (abril-julio de 1936) fue capaz de llegar a todas estas cuestiones, que con el tiempo, fueron recogidas por los alcaldes sucesivos.

No obstante, tocó pilares fundamentales de la sociedad barbateña y esto, no siempre tiene consecuencias positivas. Dolores Utrera, aldeana octogenaria que conoció a don Francisco, en entrevistas realizadas ha asegurado que se llevaba muy bien con los pobres “y esto a los señoritos no le hacía ninguna gracia”.

El golpe de estado llevado a cabo en julio, cercenó las ilusiones de un atípico republicano, que si bien profesaba la fe católica, contribuía con sus formas en pos de ideologías de izquierdas. Tras ser encarcelado en la cárcel militar de Santa Catalina, un 21 de julio a las cinco de la tarde, fue trasladado a Barbate, a donde nunca llegó a pesar de tener el “salvoconducto”, que alguien “olvidó” en un cajón. El asesinato se consumó en una triste historia que hoy, casi ochenta años después, deber ser honrado como se merece.

Acto de Inauguración

Así, la delegación de Cultura, junto a las asociaciones del 75 aniversario y Portus Baessipo, han preparado un acto donde está prevista la asistencia tanto del actual alcalde, como de los familiares de Tato Anglada, para descubrir el nuevo nombre de la plaza. Eduardo Shelly, Onésimo Redondo, El Ronqueo y, ahora, Francisco Tato Anglada. La rotulación está colocada, precisamente, en la fachada de la hoy vivienda, pero que fuera la Farmacia Nuestra Señora de los Reyes, cuya gestión corría a cargo del propio Tato, aunque posteriormente su señora, Catalina Avilés, volvió a reabrirla en el mismo lugar.

En el evento, también intervendrán el historiador e investigador Santiago Moreno Tello (escritor de una pequeña biografía del propio Tato), así como la Banda Música. Será a partir de las seis de la tarde. 

Barbate tiene una nueva cita con la historia y con el reconocimiento tardío, pero justo, con una de las figuras más destacadas, cuyo asesinato le dotó de un cariz de mártir por la justicia social y las libertades de nuestro pueblo.