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ACCESIBILIDAD

El difícil camino del día a día (III)

J. Fernández/L. Rossi  |  07 de noviembre de 2013 (03:00 h.)

Para lograr que las personas se sientan ciudadanas a pesar de los problemas de movilidad que posean, existen varias fórmulas para lograr alcanzar que una ciudad sea lo más accesible posible.

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Entorno es ciudad, son personas, entorno es herramienta y son objetos. Pero el entorno,  a cada ciudadano, les suscita un significado distinto. El entorno debería ir acompañado de la palabra accesibilidad: ciudad accesible, personas concienciadas y herramientas y objetos al alcance de todos. Y es que la accesibilidad no sólo va dirigida a las personas con discapacidad, sino que afecta a un amplio número de personas: personas mayores, mujeres embarazadas, niños y niñas, personas de talla baja, personas accidentadas temporalmente, personas obesas, personas portadoras de carga u objetos, personas usuarias de carritos de bebé y, en general, beneficia a toda la ciudadanía.

Existe tanto una normativa andaluza como una nacional para la consecución de una ciudad accesible. El Decreto 293/2009 regula las normas para la accesibilidad en las infraestructuras, el urbanismo, la edificación y el transporte en Andalucía. “Los ayuntamientos tienen la obligación de cumplir la normativa andaluza, y después exigir a todos los establecimientos que la cumplan”, explica Diego Márquez, vicepresidente de la Asociación Gaditana de Personas con Discapacidad Física (AGADI). Añade, además, que “todo lo nuevo que se esté haciendo tiene que estar adaptado. Por ejemplo, un edificio que estén construyendo, sea de uso público o no, tendría que adaptarse, pero los técnicos no lo están haciendo”.

El arquitecto técnico del Centro Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (CEAPAT), José Manuel Mera, explica que el ciudadano puede exigir a través de un escrito dirigido al alcalde o al delegado de Urbanismo el cumplimiento de la normativa. “Uno de los puntos más interesantes es el Decreto 505/2007, por el que se aprueban las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación de las personas con discapacidad para el acceso y utilización de los espacios públicos, urbanizados y edificaciones, y ahí pues se contemplan las condiciones básicas que tienen que tener esos accesos”, expone Mera.

Como especialista, José Manuel Mera, reconoce que en numerosas ocasiones Barbate no cumple unas mínimas condiciones de accesibilidad. “Barbate está abandonada. Está dejada. Hay peldaños, hay coches mal aparcados encima de las aceras y hay calles intransitables”.

“Lo lógico sería que todo estuviera adaptado. Tenemos que exigirlo”, sostiene Diego Márquez, vicepresidente de AGADI. Explica que los discapacitados físicos con las barreras que existen se sienten ciudadanos de cuarta clase: “si no podemos acceder donde se celebra el pleno del ayuntamiento o a una iglesia, si no podemos ir a un cine o a cualquier sitio, se nos está coartando nuestra vida diaria”.

Discapacidad no es incapacidad. Lejos debe quedar la integración; el avance se encuentra en la normalización, y es que las personas con discapacidad son parte de la sociedad, aunque a veces se olvida. No son ellos los que han de integrarse en la sociedad, es la sociedad la que debe integrarse y dar el significado verdadero a la palabra ciudadano.

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