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Un sonido artesanal con acento barbateño

Joaquín Fernández  |  27 de agosto de 2013 (03:00 h.)

Hace casi una década, Sebastián Benítez, un joven luthier y músico barbateño, comenzó a construir guitarras y cajones flamencos 

Los instrumentos hablan. Cuentan historias. Los sonidos también. Tienen incluso acentos. Cecean, sesean, cada uno a su forma. Las notas no se callan. Comunican. Enseñan como es el músico, el que hace hablar al sonido. El instrumento sigue conversando. Cuanto más se le oye, mejor se le entiende. Se puede percibir su acento. Sus maderas, sus cuerdas, su forma tiene un origen, y es lo que le permite comunicar. Su idiosincrasia.

En Barbate también hay sonidos con acento. Un acento artesanal. No sólo el del mar o el de las gaviotas cuando vuelven los barcos. Sino un sonido al que Sebastián Benítez le da vida para que otros le hagan hablar. Hace casi una década, este joven luthier empezó a construir instrumentos musicales, guitarras y cajones de alma flamenca. No comenzó por casualidad. Sebastián guarda una estrecha relación con la madera, ya que su padre es carpintero. “A mí el oficio de carpintero no me llama mucho la atención. Entonces, poco a poco empecé a curiosear con el tema de la construcción de instrumentos”, comenta mientras echa una ojeada a los materiales para crear una guitarra que tiene en la carpintería de su padre.

Sebastián Benítez se ha formado como luthier gracias a su afán por aprender y mejorar cada vez que inicia una nueva guitarra. Internet ha sido su puntal más fuerte, como reconoce, pero los libros y los sabios consejos de constructores de guitarras de la provincia, como Rafael Porras o Rafael Romero, le han permitido conocer los detalles que verdaderamente dan vida al instrumento. Tardó un año en construir su primera guitarra. “Cada vez que creaba una daba un paso más y experimentaba, intentaba estudiar las carencias, analizaba constructores para así en cada intento perfeccionar más el instrumento y dar un salto de calidad”. Los buenos materiales y, sobre todo, la paciencia son las herramientas necesarias para un constructor de guitarras.

Un sello personal

Otras de las peculiaridades de este joven luthier es que, además de constructor, es músico. “Empecé a aprender a tocar la guitarra a la vez que las fui construyendo. Cuando hice mi primera guitarra tuve que llamar a gente continuamente para que la probara y que me diera sus consejos”, recuerda Sebastián. De esta manera, conoce mejor el instrumento por dentro y por fuera, lo que le ayuda a mejorar tanto como músico como constructor de guitarras. Además, el último proyecto discográfico de su grupo, ‘Despegaíto’ está grabado con instrumentos construidos artesanalmente por él.

El dinero, quizás, sea un objetivo necesario para poder vivir. Pero en este oficio de luthier, no sólo el dinero es la meta que se pretende alcanzar. El reconocimiento entre los músicos es fundamental. Un reconocimiento por las peculiaridades de sus creaciones, por su sello. Así lo considera Sebastián Benítez. “El objetivo y lo más bonito es poder entrar en ese pequeño círculo de constructores y que tu nombre suene y reconozcan tus guitarras por lo buenas que sean”, afirma.

Físicamente es posible reconocer las guitarras de este barbateño por su dibujo tallado en la pala. Es lo más personal. Sebastián talla una mariposa y en otras ocasiones una piña, en honor a la Breña, para así otorgarle un carácter más local al instrumento.

En busca de un sonido que hable. “Cuando creo una guitarra lo que trato es de buscar el sonido que entiendo que es el ideal y más me llena, aunque para otros no lo sea”. El sonido es personal, por ello tiene su acento. Un acento peculiar y que sólo cada constructor sabe otorgar con sus manos para que otras manos le hagan hablar. Un sonido artesanal, pero con acento barbateño.

 

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