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Políticos barbateños, sois del IKEA (Móntelo usted mismo)

Joaquín Fernández | 19 de febrero de 2014

(Qué poco nos gusta comprar un mueble en el IKEA. Nos resulta bastante complicado encajar todas las piezas. Pero como es la moda, hoy entregamos un artículo por piezas. Móntelo siguiendo el orden, y comprenda cómo hacen funcionar a nustro pueblo):

(1) Nuestros políticos son del IKEA. Los compramos allí. Fuimos a aquella tienda, nos comimos unos perritos calientes de a euro y compramos una cajita con todos dentro. Y de eso hace ya unos cuantos años.

(4) Políticos. Los sacamos de la caja y los pusimos a funcionar. Sus acciones no tenían sentido, ni orden. Ni la siguen teniendo. No les importa jugar con el patrimonio de los ciudadanos si pueden sacar tajada de ello. Ya nos lo advirtió el encargado de la tienda cuando le dijimos, al poco tiempo, que el producto estaba defectuoso. Nos comentó que no tenía la solución ya que no firmamos la garantía. La única solución, al parecer, era tirar la caja entera a la basura o conformarnos con lo que teníamos. Y parece que optamos por esto último.

(2) El problema, no nos dieron un librito de instrucciones para saber cómo se (lo) montan y ponerlos en funcionamiento. Tampoco hacía falta. Así, que nos tenemos que apañar nosotros mismos para montarlos cada cuatro años.

(8) Fuimos tontos y seguimos siéndolo. En la puerta de la tienda ya nos lo advirtieron unos ciudadanos a los que les había ocurrido lo mismo. Y no los creímos cuando nos dijeron que no compráramos esa caja. “Probablemente una de las piezas venga defectuosa, porque esta serie viene así de fábrica”, nos gritaban. Es la pieza clave y motor de este producto, que se llama ayuntamiento, y puede ser que dentro de ella no encajen todas sus piezas. Y así ha sido. Jóvenes preparados que se marchan mientras otros ocupan un lugar que no les pertenece y que han llevado esa pieza a la ruina. 

(5) “Es normal que no creáis en ellos”, nos dijo aquel trabajador de la tienda. Se moverán por intereses particulares tanto los que están en el poder como los de la oposición. Y así ha sido. Un equipo de gobierno que no da una (y ni lo intentan) y una oposición que espera y busca la mejor oportunidad para sacar la mierda que más apeste mirando, aunque digan que no, más por sus propios intereses para alcanzar el sillón de escay que por los intereses generales de todo un pueblo.

(9) Al final de la caja también se podía leer: “Si eres joven ¡Cuidado! Contiene piezas pequeñas, también llamadas cachorros. No te dejes convencer”.

(3) El desorden y la desorganización es lo principal que contenía aquel producto que, tristemente, olvidamos firmar su garantía y jamás lo pudimos descambiar.

(7) Ante el sufrimiento de aquellos efectos y de aquella intoxicación, llamamos a atención al cliente. Después de una llamada de media hora nos recomendaron que introdujéramos un voto en blanco o, como mejor opción, uno nulo para mostrarle nuestro inconformismo. Además, la persona que nos habló por teléfono nos recomendó que saliéramos a la calle todos los días para mostrar de una manera más acusada ese inconformismo.

(6) Y es que hicimos la compra en rebajas. Ya detrás de la caja venía bien clarito: “cuando lo termine de montar probablemente tenga serios efectos secundarios”. El paro, la marcha de los jóvenes más preparados, la suciedad y la dejadez serán los más acusados. Un caos. Todo un caos.

(10) Desorden, desbarajuste, un caos. La desorganización de la política. De nuestra política. La falta de planificación y el hacer por hacer sin un libro de instrucciones que permita a algo más de veinte mil habitantes sentirse ciudadanos. Un producto que no podemos descambiar, pero sí tirar a la basura. 

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