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La "verdadera" cruz de guía…de pipas, agua fresca y chucherías

Heraldo de Barbate  |  17 de abril de 2014 (03:00 h.)
Quiosco interior

Más de medio siglo de historia tiene el carrillo que regenta Luis Sánchez y que cada año procesiona junto  a las hermandades en la Semana Santa barbateña 

Otro año llega la Semana Santa. El incienso, las bandas de música, los penitentes, los cargaores, las flores, los cirios, las mujeres de mantilla, los que van de promesa, la policía, los coches aparcados en mitad del recorrido, las pipas por el suelo… tradiciones de esta fiesta artística y religiosa. Pero ¿Falta algo? Algunos no lo echarán de menos, pero otros sí. Y es que en Barbate, una procesión no está en la calle hasta que inicie su recorrido la “verdadera" cruz de guía…el quiosco de las chucherías.

El carrillo que regenta Luis Sánchez con sus hijos se ha convertido en una institución dentro de la Semana Santa barbateña. Antes de que huela a incienso o de que se haga la primera levantá, y mucho antes de que suenen los compases del himno, esta cruz de guía “poco oficial” ya está en la calle. En 2014 serán 53 años los años que lleva acompañando a las distintas hermandades en sus recorridos. Sin varas, sin capirote, y sin cruz. Pero con pipas, caramelos y mucha agua fresca.

Más de medio siglo para un carrillo conocido cariñosamente por muchos como la “verdadera cruz de guía”. Luis siente orgullo y considera que los barbateños le tienen cariño y les gusta que exista su quiosco,  ya que no sólo es agua fresca o caramelos lo que remolca, sino también es tradición, o como muchos le dicen “toda una institución”. Año tras año: “salía cuando sólo existía la iglesia de San Paulino y había tres pasos”, recuerda.

Sólo o con sus hijos. Pero nunca falta a la cita. No ha sido hermano de cofradías, pero le gusta la Semana Santa, sobre todo el “ambiente de la gente en la calle”. Recalca además que todos los pasos le gustan “por igual” aunque es el cristo del Medinaceli “el que más me tira”.

Algo más de cincuenta años, pero sin notarlo, “uno está hecho ya y no cuesta tanto trabajo”. En su carrillo, Luis vende pipas, tambores para los niños, caramelos y multitud de chucherías. “Vendo de todo, lo único que me falta es venderme yo”, bromea mientras echa a andar su carro. Otra Semana Santa, otro nuevo año. Olerá a incienso, los cirios alumbrarán las calles, y habrá coches mal aparcados. Pero Luis seguirá presente para hacer más llevadera la espera a los vecinos que disfrutan cada primavera de esta tradicional celebración.

 

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