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HISTORIA

El asesinato de Tato Anglada en agosto del 36 (III)

Heraldo de Barbate  |  01 de septiembre de 2013 (03:00 h.)

Los historiadores Francisco Javier Hernández y Santiago Moreno ofrecen la tercera y última entrega de la investigación sobre la muerte del último alcalde de la II República

Francisco Javier Hernández y Santiago Moreno

(PARTE III)

El 18 de agosto era nombrado el Fiscal y el farmacéutico elegía abogado, para preparar su defensa, el día 20, nombrando a Luis Beltrami Urquiza. Al día siguiente llega a la Prisión de Cádiz una notificación desde el Gobierno Civil donde indica que Tato Anglada sea entregado a las autoridades para su traslado a la prisión de Barbate. Así se hizo.

Durante los días siguientes la Justicia golpista siguió su curso. El 22 el Juez Instructor firmaba la providencia a través de la cual daba conocimiento del traslado, así como de la designación del abogado. En los sucesivos días el Juez continuó su labor solicitando más información sobre el caso de Oliva Ramírez que seguía en paralelo al de Tato, así como datos del abogado Beltrami.

Parece ser que Tato Anglada, el 21 de agosto, dejó la prisión provincial de Cádiz con relativa tranquilidad. O al menos eso nos señala el hecho de que marchó con todas sus pertenencias entregadas a su salida: maleta, ropa, su anillo de oro y 190 ptas.

El 31 de agosto la esposa de Tato, Catalina Avilés, requirió al Juez Instructor, Cipriano Briz, una reclamación para ver que había sucedido con su marido durante el traslado a Barbate. Éste, ante la extrañeza de su solicitud, lo requirió pidiendo información al Comandante Militar de Vejer, José López Fernández, el cual indicó en un oficio que Tato Anglada fallecióal ser conducido a la cárcel de Barbate por fuerza de Carabineros y Guardia Civil, y apearse del vehículo para verter aguas, previa autorización de la fuerza, emprendió vertiginosa carrera para huir y como viera la fuerza que se fugaba, le hizo fuego cayendo muerto en el acto”.

Nos toca ahora hacernos las siguientes preguntas: ¿surtió efecto las presiones y gestiones de su padre Dionisio Tato, teniente coronel de Sanidad Militar y amigo personal de Queipo de Llano, para que se le liberara, como indica su familia? ¿Intentaría huir realmente Tato Anglada de la jurisdicción de sus guardianes? ¿Qué sucedería en el trayecto para que una persona intentara su huida horas antes de que hubiera elegido un abogado para su defensa?

También hay otras cuestiones: ¿por qué en la Causa no hay un documento oficial que indique la solicitud de traslado hacia Barbate, así como los nombres o cargos de las personas que lo acompañan? Y quizás lo más importante y lo que abre la puerta para desmontar el hecho de la hipotética huida de Tato y la aplicación de la ley de fugas. Si su muerte fue por tal motivo, ¿por qué no se comunicó en el mismo día o al día siguiente -21 ó 22 de agosto-, a la prisión de Cádiz o al Juez Instructor? De hecho su inscripción del acta de defunción se hace casi un mes tras su muerte, el 17 de septiembre donde se indica lugar carretera de Barbate y hora cinco de la tarde. La falta de documentos al respecto parece ser que señalan que el cuerpo de Tato quedó expuesto, como tantos otros en toda la retaguardia golpista, a plena luz del día para escarmiento y terror de la población civil. Un dato más que nos hace, de momento, inclinar la balanza hacia esta hipótesis, es que existe un documento, sin paginar y escrito a mano con el siguiente encabezado Hablar con González, donde se alerta de la muerte del preso Tato Anglada cuando en la prensa de Cádiz se publicaba la esquela por su fallecimiento. Por lo que finalizamos preguntándonos de nuevo porque quisiera huir realmente a escasos kilómetros de su domicilio o ¿estamos ante una acción predeterminada por cierto sector militar y oligarca de la población barbateña?

Respecto a los presos Juan Porta y Antonio Oliva, todo indica que también fueron asesinados, sin control alguno, por parte de las nuevas autoridades fascistas.

El desagravio fue más allá de la muerte de Tato Anglada; no le permitieron a la familia enterrarlo en un nicho ni proporcionarle ni un ataúd, por lo que lo enterraron envuelto en un Coy, o hamaca marinera, en el suelo del camposanto. Dicho lugar lo compraría después su padre Dionisio para que tuviese un enterramiento digno. Muchos años después, debido a la ampliación del cementerio barbateño en 1989, se presiona a la familia para enterrarlo en un nicho, negándose categóricamente quedando como el único enterramiento a nivel de suelo que hay en dicho cementerio y que se puede ver hoy en día.

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