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Esto es lo que oirá quién tengas al lado cuando estés hablando con tus amigos.

Y es que hoy en día, la comunicación ha dado un cambio radical, como si hubiera pasado por ese programa de televisión dónde cogían a un bruto jornalero (que no todos los jornaleros tienen que ser brutos, ni los brutos, jornaleros) y lo transformaban en un dandi.

Hoy estamos acostumbrados a pasar una buena cantidad de horas al día delante de la pantalla del ordenador. Cuando tenemos un rato de descanso, cogemos el móvil y miramos nuestro twitter, facebook, mandamos un par de whatsapps y miramos el marca, y cuando llegamos a casa, nos tumbamos en el sofá y vemos una película en nuestro iPad, Galaxy Tab o Surface.

Estamos enganchados a las pantallitas. Y por mucho que nos empecinemos en que no, sí que estamos perdiendo sociabilidad.

Cuando vas paseando por cualquier zona, ves pandillas de chavales dónde simplemente son una pandilla porque van caminando juntos: todos con la cabeza gacha mirando su pantallita personal, donde está su mundo en el Whatsapp, Line, en Tuenti, o cualquier otra red social que queráis mencionar aquí.

¿Tanto interés se puede tener en estar pendiente de lo que pasa a tu alrededor como para no estar pendiente de lo que pasa a tu alrededor?

No, no me he liado ni me he equivocado escribiendo la línea de arriba. Pero es que es así. Estamos tan pendientes de nuestro mundo virtual, que no estamos pendientes del real.

Hace unos años, a todo el que llevara una mínima parte de esta forma de vida, se le llamaba de friki (a modo de insulto) para arriba. Los que jugábamos a juegos online, éramos los frikis. Los que íbamos a cibercafés éramos los frikis. Los que estabamos mucho tiempo delante del ordenador en casa, o nos llevábamos el ordenador a casa de un amigo, éramos los frikis. Hoy en día, todos esos que hablaban, están completamente abducidos por su teléfono móvil, del cual no podrían despegarse, y serían capaces de matar por una batería si se les agota la suya. ¿Y nosotros éramos los frikis? Por favor, un poco de coherencia.

Y, tras todo esto diréis, este tío está totalmente en contra del WhatsApp y sucedáneos. Pues no, no lo estoy. Al contrario, estoy completamente a favor. Me gusta, hay que evolucionar, no hay que estancarse en lo antiguo es mejor. Pero cuándo y dónde, eso ya es otra cosa.

Como ya he dicho antes, si estáis con vuestros amigos, disfrutad de ese momento, empapaos de todas las situaciones, tomad fotos, poned UN tweet. Pero dejadlo ahí, porque lo que puede pasar es que te pierdas alguna de esas situaciones que pasan en segundos por estar con el móvil, y te conviertas en un Blitz (en inglés). Cuando lleguéis a casa, sacad las fotos del teléfono, o no las saquéis, pero poneos entonces a organizarlas y subirlas a dónde queráis, Facebook, Google+ oTuenti. Escribid todos esos tweets de lo que os ha pasado durante la tarde, la noche, y el camino a casa. No se trata de quitar de en medio la pantallita ni elWhatsApp, se trata de de saber disfrutar de esto como del resto de las cosas, en su momento y en su lugar.

Así que, para terminar con un resumen muy breve. Dejad las pantallitas para cuando no estéis cara a cara con vuestros amigos, y cuando estéis con ellos, disfrutadlos, que ya habrá tiempo después para comentar en sus muros o mencionarlos en un tweet.