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Asesinos impunes

Roberto Moreno | 23 de octubre de 2013

Ayer se asestó un golpe seco a la justicia, a quienes creíamos en ella. El terrorismo se ve espoleado por aquellos hombres que deberían destruirlo. Las víctimas en cementerios y sus verdugos excarcelados gozando de la vida, esa vida de la que privaron a quienes asesinaron. Están en libertad, pero sus conciencias están manchadas de sangre. Ya sólo me queda pensar y desear que esa sangre les pese en el alma y les persiga todos los días de los que les restan de vida a esos asesinos que salen con una sonrisa en la cara. 

De nada ha servido la lucha policial y la persecución día a día por parte de los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, todo a la basura. Ese trabajo ha costado muchas vidas y ahora esas vidas se han entregado en vano, porque quienes matan son libres. No puedo entender como hay ciertos sectores de la política de este país que apoyen y hayan trabajado porque esto ocurriera, no puedo ni quiero entenderlo, porque no hay razón en este desajuste moral en la sociedad.

La decisión de unos pocos para favorecer los intereses de unos cuantos, esa parece ser la ecuación y la fórmula aritmética de este esperpento donde baila la sangre y la política. Una sinrazón que ha dejado un rastro macabro de 829 muertos. La paradoja de la indiferencia humana, cuando las víctimas no te tocan de cerca parecen ser sólo cifras.

Sólo me queda honrar a las víctimas y a sus familiares, esos que sufren a diario la pérdida de un ser querido porque a un descerebrado se le ocurrió que debía dejar de vivir y se le plantó en los huevos darle un tiro en la cabeza, ponerle una bomba en el coche o secuestrarlo y asesinarlo posteriormente de un tiro en la nuca. Estas líneas van por ellos, por las víctimas del terrorismo. Ni olvido ni perdón. Tolerancia cero. 

 

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