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Colaborador, que no organizador

Editorial | 01 de septiembre de 2013

La mayoría de los actos que se han celebrado en la localidad durante el verano emergen de asociaciones o colectivos, casi siempre a partir de un componente solidario o altruista

Termina el verano, y con él fines de semanas donde por lo menos un acto cultural o deportivo se ha celebrado en la localidad. Algunos destacados por la buena organización y otros, debido a la falta de medios, algo mejorables. No es cierto aquello que por los mentideros se oye: “Es que no se hace ná o es que no hay ná”. Algo se hace en un verano que aunque se repita continuamente que sigue siendo un pilar importante para la economía de la localidad, no se trata como tal.

Carteles y más carteles sobre eventos veraniegos llenan las cabinas de teléfono, la plaza de abastos, paredes de las avenidas, farolas y otros tantos lugares donde cualquier viandante tiene posibilidad de verlos. En ellos se cumple siempre la misma regla: una buena imagen que enganche, información escueta con una tipografía llamativa y dos logos. El primero, el de la entidad organizadora, la Asociación X,  y el segundo, la entidad colaboradora, en la mayoría de los casos el Ayuntamiento de Barbate y sus respectivas delegaciones.

En esta temporada donde se acumulan un gran número de eventos es necesario analizar dos cuestiones. En primer lugar, los organizadores reales de los eventos. La mayoría de los actos que se han celebrado en la localidad emergen de asociaciones o colectivos, casi siempre a partir de un componente solidario o altruista. Es cierto que reciben la colaboración de las distintas delegaciones del Ayuntamiento, pero de quién si no las iba a recibir, así que nada que destacar. Quizás ese apoyo o colaboración tampoco es el suficiente. Y es que en pocas ocasiones esas ideas surgen desde el Consistorio. Las asociaciones se han convertido, sin querer, en las sostienen un verano que carece de una programación organizada desde el comienzo de la temporada.

Habría que exigir una implicación más acusada a los técnicos de las distintas delegaciones para que no esperen sentados a que afloren cabezas que piensen por ellos. Quizás, la unión de todas las fuerzas sea la mejor arma, pero la mesa cojea. No todos ponen el mismo empeño. El ejemplo más claro es que la programación del verano (que no es más que un listado sin fechas detalladas de la relación de actividades de las diferentes asociaciones) se publicó a mediados de julio. Además, la gestionó una asociación, y no una delegación o delegaciones, ya que en el verano deberían trabajar varias al unísono (Cultura, Juventud, Turismo, Medio ambiente, Playas...).

Otro de los aspectos analizables es la consideración de si estos eventos son lo verdaderamente atractivos para atraer a visitantes, o si son, simplemente, actos para que el barbateño disfrute de su verano. A las asociaciones no se les puede exigir eventos de mayor dimensión, puesto que no tienen la obligación de ir más allá, ni los medios suficientes. Es más, habría que aplaudirles por su aportación desinteresada. Esta cuestión es responsabilidad de un Ayuntamiento que ha pasado de organizador (Si alguna vez lo ha sido) a un simple colaborador y espectador de lo que un gran número de barbateños aportan generosamente. Pensar la mejor forma de explotar unos recursos envidiables parece ser que no es la mejor vía. Cuando existen pocos recursos es el momento en que más se agudiza el ingenio, pero éste no ha visitado el Consistorio todavía.

Imagínense por un momento que estas asociaciones no organizaran actividades. Se pasaría de poco, a no tener nada. Implicación, imaginación y apoyo son los factores necesarios para dar el paso de una simple colaboración a ser organizador y fuente de ideas. Se muestra, entonces, la necesidad de un ayuntamiento comprometido que cree una programación atractiva y original con la que reforzar uno de los pilares de la economía local, el verano. 

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