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La Oposición

Editorial | 26 de agosto de 2013

 En nuestra aparente democracia la oposición sólo cumple el papel de dar trabajo a periódicos y medios de comunicación en general.

Un término que lejos queda del poder. En política, el estar a la sombra. El propio gobierno de turno a veces olvida quién la compone. La oposición también es poder, el que ejercen los votantes. Oposición también son ciudadanos. También son votos con valor, aunque algunos no lo crean, o no lo quieran creer. La oposición, un poder imposible, inseguro y dominado. Y a veces, un poder al que le faltan el respeto.

Es imposible la garantía de un estado democrático cuando un poder local o nacional tiene mayoría. No hay democracia cuando el poder cree que la oposición sólo está para mirar (y callar) lo que el gobierno de turno hace. Y no hay democracia cuando no existe debate. O cuando no les conviene que haya. Una tiranía que no permite una democracia justa con los ciudadanos.

La oposición dice. La oposición acusa. La oposición critica. Y la oposición apoya. En nuestra aparente democracia la oposición sólo cumple el papel de dar trabajo a periódicos y medios de comunicación en general. Al parecer, sólo sirve para salir en portadas con alguna declaración de cierto peso. Y no debería ser así. Intenta ejercer un poder imposible. Un poder necesario con el que controlar a un gobierno de mayorías.

El ciudadano observa. El partido que está en el poder parece que es el que ejerce su propia oposición. Más incluso que la propia oposición. Los que ostentan la mayoría son los que desechan las propuestas de mejora surgidas desde otros partidos. Lo único que pretende el gobierno de turno es vanagloriarse con las buenas ideas, y si no surgen del poder más legitimado parece ser que no son tan buenas como para llevarlas a cabo. Si las propuestas son viables y benefician al ciudadano, el poder debería apoyarlas, y no ejercer una estúpida oposición a la propia oposición. Si no, se le estaría faltando el respeto a todos y cada uno de los ciudadanos.

En Barbate, Partido Andalucista y Partido Popular (Izquierda Unida, ausente, sin tener en cuenta a sus votantes) son los que componen la oposición. Veinte o treinta preguntas en cada pleno, varias mociones, la intención de debate. La oposición está, existe y parece ser que funciona, en su labor de fiscalización. Eso sí, a veces se le debería exigir más constancia y menos devaneos por las ramas. Pero el poder es goloso, y éste no permite un debate justo, equilibrado e igualitario.  Si no respetan a la oposición, no se respeta al ciudadano y, por ende, a la democracia.  Esperemos que si cambia las tornas, tengan en cuenta lo aprendido y no promulguen las mismas formas de gobierno para con la oposición.

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