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Veraneo (II)

Fita | 24 de septiembre de 2013

Nuestra articulista FITA nos trae la segunda parte de su primer artículo de opinión. Un viaje por la historia de la palabra Veraneo, con una crítica cosntructiva y un mensaje positvo.

Pero no será hasta la recuperación moral y económica que supuso la II Guerra Mundial, que las clases asalariadas pasaran a ser veraneantes. Un mes de vacaciones pagadas y el complemento de la paga extraordinaria, permitirán el fenómeno del turismo de masas y el “sol y playa” como destino preferente. El sur mediterráneo en Europa y España especialmente se convirtieron en las zonas de veraneo que parecían ofrecer las condiciones ideales para cubrir la demanda de este fenómeno que se convirtió en algo más que un hábito social, en toda una industria nacional y, en el caso español, en la principal fuente de divisas.

Cubrir la demanda de alojamiento y los servicios básicos complementarios fueron los retos a cubrir por las autoridades y los sectores empresariales que lideraban e impulsaban esta actividad que se presentía como la gallina d los huevos de oro. Es indudable que la fórmula ha sido un éxito. Los trabajadores veraneantes se han contado por millones y se han ido incrementado año tras año, salvedad hecha de fluctuaciones que no han empañado el éxito de esta fórmula de veraneo para nuestras clases trabajadoras, sol y playa. Aderezado en España con alojamientos y restauración asequibles a unos presupuestos que parecían estirarse dado el nivel de vida más elevado que habían alcanzado los europeos.

El veraneante extranjero descubría además que la siesta era el complemento ideal a noches largas de fiesta. El mayor nivel de vida y con ello de cultura, los cambios de hábitos y valores de las nuevas generaciones…han ido cambiando y aumentando las exigencias del turista al que se han ido incorporando los nacionales tras el milagro económico español. Exigencias a las que se trata de dar respuesta con especial rechazo a los espacios caóticos, desordenados, improvisados... que han ocasionado la acumulación de errores y de caos en nuestras costas. Y que se van cubriendo tanto ofreciendo una calidad de excelencia en los establecimientos turísticos residenciales y de restauración como diversificando la oferta con actividades que en cada zona turística parecen convertirse en el reclamo esencial de su oferta.

Potenciar las cualidades paisajísticas, históricas, culturales, etc, parecen ser hoy los retos de los emprendedores y administraciones siguiendo el objetivo global de sostenibilidad en el espacio y en la temporalidad. La zona de La Janda que no se incorporó al primer modelo menos exigente en calidad, quizás los vientos no soplaron a favor, parece sin embargo atraer hoy a inversores y emprendedores con toda la complicidad de nuestras autoridades locales. La mentalidad ecológica y los hábitos de vida sana y deportiva, valoran las espléndidas y vírgenes playas y potencian precisamente el viento como uno de sus atractivos para los nuevos deportes de vela.

Potenciar las cualidades paisajísticas, históricas, culturales, etc, parecen ser hoy los retos de los emprendedores y administraciones 

Se han consolidado e impulsado nuestros productos de calidad tanto los paisajes naturales – reservas y parques naturales marítimos y terrestres- como el patrimonio urbano-histórico de Vejer, Medina etc. Incluso se han revalorizado las técnicas de pesca –la almadraba y la industria conservera especialmente-, las tradiciones artesanales y culinarias de las que nos dan una excelente muestra algunos de nuestros más afamados cocineros y pasteleros. Han surgido rutas turístico-históricas, naturalistas, marítimas etc.

Y todo ello realza la calidad de esta zona para la actividad que nos ocupa, el veraneo. Nos vamos convirtiendo en una de las zonas turísticas en alza o emergentes, como denominan ahora. Sabemos porque lo comprobamos que potenciar “lo nuestro” es lo que va haciendo que esta actividad se consolide. Nuevas iniciativas van en ese camino, como la búsqueda de denominación de origen para nuestros productos derivados del atún. La feria anual parece que va en ese camino.

Se habla de “excelencia” como objetivo de los productos que vayamos ofreciendo en el futuro. Es el camino que el trabajo, la creatividad y los esfuerzos de muchos están poniendo en ello. También muchos abogamos porque esa identidad que anhelamos en nuestra oferta se acompañe de un envoltorio –espacio urbano- acorde con lo que se ofrece. Comenzando por servicios básicos de calidad imprescindibles para esa excelencia, como las aguas residuales -¿no se podría solucionar con técnicas ecológicas contrastadas?, sería un aliciente y reclamo sin lugar a dudas-, recogida de residuos sólidos, infraestructuras viarias etc. Pero también con exigencia a la hora de abrir un negocio turístico o un comercio.

Hay iniciativas individuales que apreciamos cada año cuando comienza la nueva temporada, pero son aisladas y no representa una voluntad común de crear un espacio arquitectónico con personalidad y que pueda ir convirtiéndose en el envoltorio adecuado a “lo nuestro”. La administración debería propiciar los encuentros y debates de estos profesionales y emprendedores así como apoyar sus iniciativas y colaborar para que sea posible; porque son los que están en ese sector los que deben ir buscando ese marco arquitectónico que nos identifique.

Imaginemos un turismo azul en el que el mar en su globalidad –no sólo la playa- se respire, se visualice y nos envuelva.

A los ciudadanos participar en el debate de las propuestas y aceptarlas como propias. La colaboración y el trabajo de excelentes profesionales locales tanto arquitectos, técnicos, artistas… como promotores parece esencial en este esfuerzo. Imaginemos un turismo azul en el que el mar en su globalidad –no sólo la playa- se respire, se visualice y nos envuelva. Hay camino por hacer, lo harán no me cabe duda. Y todos nos beneficiaremos de ello. Así como estamos orgullosos de todo lo logrado. Aquí quedan estas reflexiones para el debate pues toda la sociedad debemos implicarnos en ello.

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